La medición de los efectos sanitarios del cambio climático sólo puede hacerse de forma aproximada. No obstante, en una evaluación llevada a cabo por la OMS teniendo en cuenta sólo algunas de las posibles repercusiones sanitarias se concluyó que el discreto calentamiento registrado desde los años setenta estaba causando ya un exceso de mortalidad cifrable en 140.000 defunciones anuales en 2004.
Una de las consecuencias más conocidas del cambio climático, es el aumento del nivel del mar, que provoca que los glaciares se estén fundiendo y los regímenes de lluvias estén cambiando. Más de la mitad de la población mundial vive a menos de 60 kilómetros del mar. Muchas personas pueden verse obligadas a desplazarse, lo que acentúa a su vez el riesgo de efectos en la salud, desde trastornos mentales hasta enfermedades transmisibles.
Lo mismo ocurre con las altas temperaturas, que contribuyen directamente a las defunciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias. En la ola de calor que sufrió Europa en el verano de 2003, por ejemplo, se registró un exceso de mortalidad cifrado en 70.000 defunciones.
Para evitar que el cambio climático sea mayor y reducir sus efectos, la Asamblea Mundial de la Salud respaldó en 2009 un nuevo plan de trabajo de la OMS sobre cambio climático y salud, que abarca lo siguiente:
- Sensibilización: fomentar la toma de conciencia sobre la gran amenaza que supone el cambio climático para la salud.
- Alianzas: coordinarse con organismos asociados del sistema de las Naciones Unidas, y procurar que la salud ocupe el lugar que merece en la agenda del cambio climático.
- Ciencia y datos probatorios: coordinar las revisiones de la evidencia científica existente sobre la relación entre el cambio climático y la salud, y elaborar una agenda de investigación mundial.
- Fortalecimiento de los sistemas de salud: ayudar a los países a determinar los puntos vulnerables de sus sistemas sanitarios y crear capacidad para reducir la vulnerabilidad de la salud al cambio climático.