La incontinencia urinaria

  • Publicado el 23 de Julio de 2012

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La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina. Puede ser un síntoma en el curso de una enfermedad, una enfermedad por sí misma o una alteración demostrada con el estudio urodinámico.

La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina. Puede ser un síntoma en el curso de una enfermedad, una enfermedad por sí misma o una alteración demostrada con el estudio urodinámico. A menudo se presenta o se agrava con la edad, pero no se trata sólo de una manifestación del envejecimiento.

Según la duración, la incontinencia puede ser transitoria, si aparece durante un tiempo limitado, a menudo vinculada a infecciones, efectos adversos de fármacos o estreñimiento, y se puede controlar con tratamientos sencillos, o persistente, cuando, habiendo actuado sobre las posibles causas (tratamiento de infecciones, revalorización de tratamientos farmacológicos, modificación de hábitos) no desaparece antes de cuatro semanas.

Normalmente, la incontinencia urinaria aparece cuando los músculos del suelo pelviano se han debilitado, y empeora con la obesidad, la multipartidad, la deficiencia estrogénica o la tos crónica, entre otros factores. La incontinencia también se relaciona con el estreñimiento y las infecciones urinarias. Existen otras causas de incontinencia, como por ejemplo problemas con la próstata y lesiones neurológicas. Además, algunos medicamentos también pueden causar trastornos en la vejiga. Los síntomas pueden variar desde una pérdida de orina leve –al toser, estornudar, reír, hacer ejercicio, levantar pesos, levantarse de la cama o de una silla, etc.– hasta un deseo repentino de orinar que se acompaña de pérdida de cantidades de orina abundantes.

A menudo las personas afectadas son reticentes a expresar este tipo de problema por vergüenza. No se vive como un síntoma sino como una deficiencia. Esto dificulta el diagnóstico y el tratamiento. Es en este sentido que los centros de atención primaria cada vez ponen más énfasis en detectar a las personas que sufren esta problemática dentro de los grupos de riesgo. Cada caso es diferente y hay que estudiarlo de una manera individualizada. El diagnóstico se puede hacer con una exploración clínica y, a veces, por medio de una serie de pruebas diagnósticas como por ejemplo el llamado estudio urodinàmic, las ecografías y las radiografías. También se tiene en cuenta la historia clínica completa de la persona enferma, y se pone un interés especial en los antecedentes ginecológicos y obstétricos, traumáticos y en las enfermedades de riesgo para la incontinencia que haya podido tener.

El tratamiento dependerá del tipo de trastorno de la vejiga que se tenga y de su causa. El tratamiento puede ser médico, quirúrgico o rehabilitador, pero sobre todo se basa en una serie de recomendaciones y medidas de reeducación para ayudar a controlar la incontinencia y que también sirven como prevención. La medida más efectiva contra la incontinencia urinaria es la prevención en toda la población adulta.

 

Algunos autores sugieren que se tendría que instaurar desde la pubertad, pero sobre todo en la mujer en la época fértil y en la gente mayor. Fortalecer la musculatura del suelo pélvico a cualquier edad ayuda a atrasar o a evitar la aparición de la incontinencia de esfuerzo, es decir, las pérdidas de orina que aparecen al toser, reír o correr. Es muy recomendable para las mujeres después del parto. Cuando las recomendaciones y ejercicios no tienen ningún efecto o el deterioro cognitivo es importante, se tiene que recurrir a midas paliativas como por ejemplo los pañales o los sondajes.